viernes, 1 de marzo de 2013

El Parásito comelenguas


   La naturaleza también crea monstruos, y no necesariamente grandes.El Cymothoa exigua es un parásito hallado principalmente en el Golfo de California capaz de provocar una reacción de repugnancia al estómago mejor asentado. Su habilidad, que parece sacada de una película de ciencia ficción, consiste en adherirse a la lengua de los peces y beber su sangre hasta que el órgano se atrofia y se desintegra. Entonces se pone en su lugar. Por increible que parezca, el pez, emplea al inquilino como si fuera su propia lengua. El invitado se siente en la gloria alimentándose de las mucosas de su anfitrión sin robarle la comida que este ingiere, ni hacerle daño. Se trata del único parásito conocido, que sustituye funcionalmente a un órgano.
   Estos parásitos hermafroditas llevan una vida complicada. Nacen como machos y cuando se introducen en el cuerpo del pez, generalmente un pargo de la especie Lutjanus guttatus, a través de las branquias, algunos se transforman en hembras. Esto solo ocurre si no hay ya una hembra instalada. Cuando se produce la transformación, el cuerpo de la hembra crece enormemente y sus ojos se reducen, ya que no va a necesitarlos más para buscar un hogar que ocupar.

Chupadora de sangre

Después de que uno de los machos se aparee con la hembra, esta da a luz a un grupo de descendientes machos que se buscarán otro anfitrión durante sus primeros días de vida. Mientras, la hembra permanece aferrada con sus tres pares de patas delanteras a la lengua del pez y chupa su sangre. A medida que el crustáceo engorda, la lengua se atrofia hasta quedar destruida y desaparecer. Entonces el parásito se coloca en su lugar y cumple sus funciones. El recomendable vídeo bajo estas líneas explica de una manera muy sencilla el comportamiento del Cymothoa exigua.
Los investigadores creen que la diversidad de estos parásitos de la lengua puede ser mucho más grande de lo que se cree. Un estudio de 2012 contaba 280 especies conocidas, pero puede haber muchas más. Mejor no encontrarnos una de ellas en el pescado que preparamos para la cena.