domingo, 29 de diciembre de 2013

Consejos de Jackson Brown a su hijo

Jackson Brown es un padre preocupado por la felicidad de su hijo y por ello le escribió estos “consejos” cuando este se fue a estudiar a la Universidad, lejos de su casa. 
Su hijo decidió fotocopiarlos y los distribuyó entre sus compañeros. Los mensajes tuvieron tanto éxito, que una editorial le pidió autorización a Brown para editar un libro con ellos, Life's Little Instruction Book, una publicación que rápidamente se convirtió en un best seller traducido a varios idiomas. He aquí los consejos.

Hijo: 
• Cásate con la persona correcta. De ésta decisión dependerá el 90% de tu felicidad o tu miseria. 
• Observa el amanecer por lo menos una vez al año. 
• Estrecha la mano con firmeza, y mira a la gente de frente a los ojos. 
• Ten un buen equipo de música. 
• Elige a un socio de la misma manera que elegirías a un compañero de tenis: busca que sea fuerte donde tú eres débil y viceversa. 
• Desconfía de los fanfarrones: nadie alardea de lo que le sobra. 
• Recuerda los cumpleaños de la gente que te importa. 
• Evita a las personas negativas; siempre tienen un problema para cada solución. 
• Maneja coches que no sean muy caros, pero date el gusto de tener una buena casa. 
• Nunca existe una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión. 
• No hagas comentarios sobre el peso de una persona, ni le digas a alguien que está perdiendo el pelo. Ya lo sabe. 
• Recuerda que se logra más de las personas por medio del estímulo que del reproche (dile al débil que es fuerte y lo verás hacer fuerza). 
• Nunca amenaces si no estás dispuesto a cumplir. 
• Muestra respeto extra por las personas que hacen el trabajo más pesado. 
• Haz lo que creas que sea correcto, sin importar lo que otros piensen. 
• Dale una mano a tu hijo cada vez que tengas la oportunidad. Llegará el momento en que ya no te dejará hacerlo. 
• Aprende a mirar a la gente desde sus sandalias y no desde las tuyas. 
• Ubica tus pretensiones en el marco de tus posibilidades. 
• Recuerda el viejo proverbio: sin deudas, no hay peligros ni problemas. 
• No hay nada más difícil que responder a las preguntas de los necios. 
• Aprende a compartir con los demás y descubre la alegría de ser útil a tu prójimo. El que no vive para servir, no sirve para vivir. 
• Acude a tus compromisos a tiempo. La puntualidad es el respeto por el tiempo ajeno. 
• Confía en la gente, pero cierra tu coche con llave. 
• Recuerda que el gran amor y el gran desafío incluyen también 'el gran riesgo'. 
• Nunca confundas riqueza con éxito. 
• No pierdas nunca el sentido del humor y aprende a reírte de tus propios defectos. 
• No esperes que otro sepa lo que quieres si no lo dices. 
• Aunque tengas una posición holgada, haz que tus hijos paguen parte de sus estudios. 
• Haz dos copias de las fotos que saques y envíalas a las personas que aparezcan en las fotos. 
• Trata a tus empleados con el mismo respeto con que tratas a tus clientes. 
• No olvides que el silencio es a veces la mejor respuesta. 
• No deseches una buena idea porque no te gusta de quien viene. 
• Nunca compres un colchón barato: nos pasamos la tercera parte nuestra vida encima de él. 
• No confundas confort con felicidad. 
• Nunca compres nada eléctrico en una feria artesanal. 
• Escucha el doble de lo que hablas (por eso tenemos dos oídos y una sola boca). 
• Cuando necesites un consejo profesional, pídelo a profesionales y no a amigos. 
• Aprende a distinguir quiénes son tus amigos y quiénes son tus enemigos. 
• Nunca envidies: la envidia es el homenaje que la mediocridad le rinde al talento. 
• Recuerda que la felicidad no es una meta sino un camino: disfruta mientras lo recorres. 
• Si no quieres sentirte frustrado, no te pongas metas imposibles. 
• La gente más feliz no necesariamente tiene lo mejor de todo.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

DIFERENCIAS ENTRE: PADRE, PAPÁ y PAPI

Hasta hace cosa de un siglo, los hijos acataban el cuarto mandamiento como un verdadero dictamen de Dios. Imperaban normas estrictas de educación: Nadie se sentaba a la mesa antes que el padre, nadie hablaba sin permiso del padre, nadie se levantaba de la mesa si el padre no se había levantado antes; por algo era el padre.

La madre fue siempre el eje sentimental de la casa, el padre siempre la autoridad suprema.

Todo empezó a cambiar hace unas siete décadas, cuando el padre dejó de ser el padre y se convirtió en papá. El mero sustantivo era ya una derrota. Padre es una palabra sólida, rocosa, imponente; papá es un apelativo para oso de felpa o para perro faldero; da demasiada confianza. Además, con el uso de papá el hijo se sintió autorizado para protestar, cosa que nunca había ocurrido cuando el papá era el padre.

A diferencia del padre, el papá era tolerante. Permitía al hijo que fumara en su presencia, en vez de arrancarle los dientes con una trompada, como hacía el padre en circunstancias parecidas. Los hijos empezaron a llevar amigos a la casa y a organizar bailes y bebidas, mientras papá y mamá se desvelaban y comentaban en voz baja: Bueno, por lo menos tranquiliza saber que están tomándose unos tragos en casa y no en quién sabe dónde.

El papá marcó un acercamiento generacional muy importante, algo que el padre desaconsejaba por completo. Los hijos empezaron a comer en la sala mirando la tele, mientras papá y mamá lo hacían solos en la mesa.

Papá seguía siendo la autoridad de la casa, pero una autoridad bastante maltrecha. Era, en fin, un tipo querido; lavaba, planchaba, cocinaba y, además, se le podía pedir un consejo o también dinero prestado.

Y entonces vino papi.

Papi es un invento reciente de los últimos 20 ó 30 años. Descendiente menguado y raquítico de padre y de papá, ya ni siquiera se le consulta ni se le pregunta nada. Simplemente se le notifica. Papi, me llevo el coche, dame para gasolina. Le ordenan que se vaya al cine con mami mientras los hijos están de fiesta. Lo tutean y hasta le indican cómo dirigirse a ellos: ¡Papi, no me vuelvas a llamar "chiquita" delante de Jonathan!

No sé qué seguirá después de papi. Supongo que la esclavitud o el destierro definitivo.

Yo estoy aterrado ... después de haber sido nieto de padre, hijo de papá y papi de mis hijos, mis nietos y nietas han empezado a llamarme

"pa"...

CREO QUE QUIEREN DECIR: ..."PA QUE SIRVES?... "

lunes, 16 de diciembre de 2013

Leyendas y monumentos de Salamanca

LEYENDA DE MARÍA LA BRAVA
En el S.XV Salamanca estaba dividida en dos bandos que continuamente tenían cruentos enfrentamientos: el de San Benito, compuesto por las familias: Acebedo, Pereira, Anaya, Figueroa, Ribas, Fonseca, Sotomayor, Godínez, Maldonado, Hontiveros  Manzano, Paz y Nieto y el de Santo Tomé, integrado por estas otras familias: Puertocarrero, Monroy, Valdés, Enríquez, Ovalle, Araujo, Varillas, Flores, Montesinos, Valdes, Miranda, Tejeda, Villafuerte y Almaraz.
Los enfrentamientos de estas ilustres familias tuvieron aterrorizada a toda la población, tanto que la Plaza del Corrillo que separaba la zona de influencia de ambos bandos fue más conocida como Plaza de la Yerba al no existir vecino en a ciudad que se atreviera a transitarla por miedo a verse metido en alguna de las refriegas que en ella solían ocurrir.
En un juego de pelota, los dos hijos de María de Monroy, del Bando de Santo Tomé, fueron asesinados por los hermanos Enríquez. Los asesinos, temiendo las consecuencias que pudieran acarrear para ellos estas dos muertes huyeron de la ciudad camino de Portugal. Cuenta la leyenda que Doña María persiguió a los asesinos hasta la ciudad de Viseu, donde los mató y decapitó, volviendo a Salamanca con sus cabezas, para arrojarlas a la tumba de sus hijos, en la Iglesia de Santo Tomé. Desde entonces fue conocida como María "la Brava".
La Plaza del Corrillo
Después de este sangriento episodio, los  enfrentamientos siguieron a lo largo de 40 años. La Plaza del Corrillo, o “corrillo de la hierba” como se conocía entonces, separaba a ambos bandos. Tan peligroso era acercarse por el lugar, que la hierba crecía allí porque nadie osaba pisarla.
San Juan de Sahagún pacto la paz entre los bandos en la famosa casa de la Concordia, de la que se conserva un arco con una inscripción que reza “Ira odium generat, concordia nutrit amorem”.
Casa de María "La Brava"

LEYENDA DE LA CUEVA DE SALAMANCA
Cervantes, con su popular entremés “La cueva de Salamanca” dará universalidad a este lugar y a esta leyenda que pervivía a través de los siglos. Tras la publicación, muchos viajeros se detenían a conocer aquel lugar que en tiempos había sido refugio de magos y quiromantes. Otros autores como Diego de Quevedo, Walter Scott, Torres Villarroel o Pedro Antonio de Alarcón también la mencionan.
La Cueva de Salamanca se encuentra situada en la Cuesta de Carvajal muy próxima a las dos catedrales y cuenta la leyenda que en tiempos fue lugar de culto de los adoradores del sol y de rituales de magia negra. Posteriormente sirvió de refugio a los renegados de la religión. Fue cristianizada cuando encima de ella se construyó la iglesia de San Cebrián, o Cipriano, santo patrón de los magos y la cueva quedó bajo la sacristía. La reina Isabel la Católica mandó cerrar la entrada y posteriormente tras la destrucción de la iglesia en el s. XVI, 1580, terminó siendo el trastero de una carbonería. En los años 90 se realizaron numerosas excavaciones en el lugar, cuyos resultados están expuestos. Actualmente, junto a la entrada, hay un busto del insigne salmantino Enrique Torres Villarroel, escritor, matemático, médico , hombre curioso y polifacético.
Según la leyenda, el demonio, para algunos Asmodeo, celebró allí, durante 7 años, clases de nigromancia y esoterismo, adivinación y de otras artes tenebrosas para 7 alumnos que se reunían con él, y al término de sus estudios, en pago a sus servicios, uno de ellos, al azar, pagaba con su libertad por todos los demás. Según otras versiones uno de los estudiantes debía pagar las clases por todos y si materialmente no podía hacerlo, lo hacía  con su propia vida. Entre los alumnos, se cuenta que el Marqués de Villena, personaje inspirado en Enrique de Villena, estudiante en la universidad, fue elegido para pagar las clases y al verse en la imposibilidad tuvo que quedarse, pero logró burlar al demonio escondiéndose en una vasija para el vino. Cuando el demonio bajó a buscarlo pensó que se había fugado gracias a sus artes mágicas y salió a buscarlo, dejando tras de sí la puerta abierta, lo que le permitió salir, y pasando la noche en la sacristía, burlar a su maestro. Según otra versión, el Marqués salió huyendo, pero el diablo acabó agarrando su sombra, lo que le privó de ella eternamente y con ello, un hombre sin sombra, pasó a ser para siempre sospechoso de malas artes y magia.
La  fama de ciudad mágica se extendió por el mundo y así en Latinoamérica se llaman Salamancas a todas las cuevas dedicadas a cultos mágicos.
La cueva de Salamanca

La cueva al atardecer


LA CASA DE LAS MUERTES
La Casa de las muertes
La llamada Casa de las muertes es un palacio que data del s.XVI y es de estilo Plateresco, bajo sus ventanas se encuentran esculpidas unas calaveras, obra de Diego de Siloé y en la fachada tiene seis medallones y el escudo de la familia Álava, para quién fue construido.
Hay una cierta controversia entorno a la procednecia del nombre, para algunos La Casa de las Muertes es llamada así por las calaveras que adornan y protegen su fachada. En una ocasión en que se reformó el edificio, las calaveras se redondearon y se convirtieron en bolas, pero permaneció tan tétrica denominación y ello fue motivo suficiente para que la imaginación popular inventara una leyenda que corrió durante muchos años. Según perviven en ella historias truculentas, desde el fin trágico entre sus muros de dos amantes, a los cadáveres encontrados entre sus cimientos. También el nombre le venía dado porque en 1836 en la casa fue encontrada muerta una mujer (María Lozano) sin que nadie se explicara cómo había ocurrido la desgracia .La maldición pesaba sobre la casa y según contaba, todo aquel que viviera en ella moriría. Esto dio lugar a que permaneciera vacía durante mucho tiempo y a que la gente al pasar ante ella bajara misteriosamente la voz y se presignara.
Precedida de tales historias, la casa,  que fue donada a la Iglesia, pasó, tras una subasta, y ante la ausencia de compradores, a manos públicas, aunque actualmente es de nuevo propiedad de una familia salmantina
Actualmente las esferas se han vuelto a esculpir como calaveras aunque de menor tamaño que las originales.
La calle en la que se ubica llevó el nombre de Calle de las muertes hasta que pasó a llamarse Bordadores, con lo que podría haber heredado el nombre del lugar en el que fue construida.


LEYENDA DE TENTENECIO
En tiempos esta calle llevó el nombre de Calle de Santa Catalina  y dice la leyenda, que una de las veces en las que caminaba por esta calle San Juan de Sahagún, se adentró por ella un toro enorme que se había escapado de un mercado cercano y corría embistiendo todo lo que encontraba en su camino. San Juan al ver el peligro que corría la gente que por la zona se hallaba, se plantó frente a él y le gritó «Tente, necio» parándose el morlaco mánsamente al llegar este a su altura. La calle lleva pues este nombre en recuerdo del prodigio del santo.
LEYENDA DEL POZO AMARILLO
En cierta ocasión, paseaba San Juan de Sahagún por la calle hoy denominada “Pozo amarillo” cuando observó que varias personas se arremolinaban en torno a un pozo en el que había caído un niño. Tras varios intentos infructuosos de sacar al niño del pozo por parte de varios de los presentes, San Juan intenta hacer llegar hasta el niño el cordón de su hábito pero resulta demasiado corto. En ese momento, sube misteriosamente el nivel del agua hasta poner al niño a salvo, asiéndose al cordón que San Juan le había tendido. Hoy se recuerda con una placa en el lugar en el que se cree ocurrió el milagro.
Milagro del Pozo amarillo
LEYENDA DEL LUNES DE AGUAS
El Lunes de Aguas es un día muy típico en Salamanca, en el que todo el mundo sale al campo a comer el hornazo (especie de empanada de chorizo, lomo, huevo, jamón, etc. También típico de esta tierra). .
Esta costumbre se remonta en el tiempo al S.XVI, momento en el que Felipe II dicta unas normas por las que, durante la cuaresma y Semana Santa, las prostitutas de la ciudad, habían de abandonar Salamanca para salvaguardar la moral y las buenas costumbres cristianas.
Para cumplir con el mandato, cruzaban al otro lado del río y quedaban bajo la custodia de un clérigo, conocido popularmente como el Padre Putas, hasta el lunes siguiente al lunes de Pascua, momento en el que volvían a la ciudad atravesando de nuevo el río en barcas.
La vuelta era motivo de fiesta entre los estudiantes, que se acercaban al río a recibir a las muchachas con bebida y hornazo.
Hoy en día, como es de suponer, ya no se echa a las prostitutas de la ciudad, pero aunque el motivo principal haya desaparecido, los salmantinos siguen celebrando una tarde de merienda con hornazo a orillas del Tormes.
Lla tradición de salir al campo a comer el Hornazo en dicho lunes es conocido como “Lunes de Aguas” es el festejo más esperado y celebrado de la capital salmantina.
Así mismo el personaje del Padre Putas sigue existiendo hoy en día en las celebraciones de la capital y sus barrios, al haber sido inmortalizado en uno de los cabezudos que las recorren persiguiendo a los niños en sus fiestas

LEYENDAS DE LA NOCHE DE SAN JUAN
Cuentan las viejas reunidas al brasero una fastuosa leyenda sobre la noche de San Juan. La leyenda cuenta que Zoraya, una guapa mora asesinó a una hermosa cristiana que estaba cautiva en la Torre de la puerta de Villamayor. El delito cometido fue haberse enamorado de su amo y Señor.
Al matarla, su sufrimiento no hizo más que empezar, pues todos los años se le aparecía en la Torre, con la cara llena de sangre, hilando un copo de oro en una rueca que estaba repleta de piedras preciosas.
Pasados los años, la leyenda continua y los refranes y coplas populares, recordaban la gesta y una buena noche por el año del Señor de 1777 un grupo de jóvenes, bailaba al amor de las hogueras que desde hacía mucho tiempo se celebraban en Salamanca esa noche, acompañándose de copioso vino empezaron a contar la historia, entre los presentes todos jóvenes y vigorosos estaba D. Juan Iñigo aguerrido caballero que daga en ristre, pregonaba que el no tenía miedo y mataría a todos los fantasmas que se le aparecieran, apodándole desde ese día Juan sin Miedo, bebieron y bebieron hasta embriagarse despidiéndose envalentonados prometiendo matar a todos los fantasmas que osaran cruzarse por allí, despidiéronse quedando emplazados para verse al día siguiente, pero el destino llevo a D. Juan en su deambular sin rumbo, de vuelta a la puerta morisca de la Torre, mal consejero y peor amigo Baco le anima a entrar daga en mano a ver a la famosa mora, pero al llegar al torreón por angosta escalera y a la pálida luz de un plateado rayo vio en el ático la instancia débilmente iluminada, imaginarias formas y sombras que le redoblaron valor al comprobar la inocencia del lugar por no haber nada en su interior.
De pronto, un vivo resplandor ilumina la estancia contemplando embelesado una bellísima joven, hilando en una rueca de nácar un copo de oro al que sujetaban argollas de piedras preciosas.                Alucinado alarga su temblorosa mano, alcanzando a rozar con los dedos el famoso Copo e inmediatamente un frió intenso le recorre el cuerpo el vello se le eriza, los ojos se dilatan, y el terror le invade constriñéndole la garganta hasta postrarlo de rodillas en tierra, a gatas aterrado solo atina a salir hasta el dintel donde la escalera se presenta tenebrosa y atrayéndole, cae por ella quedando inconsciente hasta la mañana siguiente, donde los guardias le dan por muerto.
Asistido por el capellán recupera el sentido y a gritos manifiesta, la ví, yo la ví, yo también la ví. Manteniendo esta actitud durante muchos días, sin saber a ciencia cierta cómo acabó la rocambolesca historia de la mora y Juan sin Miedo.

LA MORA ENCANTADA
Cuenta la leyenda que en el pueblo de Mogarraz, Salamanca, existía una bella muchacha mora que todos los días estaba obligada a recorrer un largo sendero para recoger agua de una fuente.
Laila, que así se llamaba esta mujer mora, ayudaba con su trabajo diario a toda su familia. Todos los días recorría el camino desde su casa hasta el río varias veces cargada con un gran cántaro de barro.
Cierto día, Laila, agotada por haber hecho el camino varias veces, se arrodilló al lado del río y rompió a llorar desconsoladamente. 
Mientras que este sollozo quebraba la tranquilidad del bosque, un extraño hombre, escondido entre los castaños la observaba plácidamente. 
Cuando la muchacha volvió a incorporarse para colocar el cántaro de barro en su cabeza, quién la había estado observado, le cortó el paso en su camino de regreso a Mogarraz.
Era una figura extraña: muy alto, vestido de negro y muy delgado. Su mirada transmitía cierta intranquilidad e inquietud. 
Sin embargo, la mora Laila, estaba tan absorta en sus problemas que no se dio cuenta de que había algo en este hombre que transmitía mucha maldad.
La muchacha le contó sus penas y la razón por la que lloraba. Una voz acariciante y muy masculina le ofreció acabar con todo aquello si se iba con él. A cambio, la prometía una vida eterna llena de riquezas y felicidad.
Pero Laila, muy asustada por aquella proposición, se negó e intentó retomar el camino de regreso a Mogarraz. 
El hombre, que no era más que un hechicero malvado, al sentirse despreciado, montó en cólera y su voz masculina se transformó en un grito sobrenatural que encantó a la mora Laila y la condenó a vivir en lo profundo del río para toda la eternidad.
La muchacha, aterrorizada por lo que acababa de escuchar, dejó caer su cántaro e intentó huir. Sin embargo unas garras enormes de varios gavilanes agarraron sus ropas y la sumergieron en las frías aguas del río Tejada. 
La joven mujer se dio cuenta de que su cuerpo se paralizaba mientras iba descendiendo lentamente hacia la profundidad. Se balanceaba con un suave vaivén que marcaba la corriente. Vio, asombrada, que podía respirar bajo el agua.
El hechicero, entonces le habló:
-Te quedarás dormida profundamente en la cueva hasta las horas previas de la noche de San Juan. Entonces, te permitiré que te despiertes y puedas salir al camino en busca de un hombre que te quiera desposar. A cambio, podrás llevarte para él todas las riquezas que hay en la gruta y yo romperé tu hechizo. Podrás concederle todo tu amor y colmarle de felicidad. ¡Pero te lo advierto!- dijo el hombre de negro mirándola a los ojos muy fijamente- si ningún muchacho quiere casarse contigo volverás durante un año más a la profundidad de este río.
Cuentan que en la villa serrana de Mogarraz vivía un hombre muy trabajador, gentil, bello y joven. Era muy amante de los animales y su tiempo lo pasaba ayudando a los campesinos y granjeros.
Era un veterinario muy apreciado y querido, no solo por el pueblo, si no por toda la contornada. Había salvado a multitud de animales de una muerte segura.
Discurría la vida tranquila en este pueblo donde el trabajo ocupaba la mayor parte del día a todos sus habitantes.
En una ocasión, un campesino de Monforte de la Sierra que estaba muy asustado por la extraña enfermedad que tenía su única mula, decidió aventurarse a pedir ayuda al veterinario de Mogarraz. 
La mula llevaba varios días postrada en la paja y se negaba a comer y beber. El veterinario mogarreño acompañó al campesino a Monforte de la Sierra y tras unos días de tratamiento, la mula se curó de este raro mal.
Muy contentos y aliviados los campesinos y granjeros de Monforte, decidieron hacer una fiesta de agradecimiento al veterinario. 
Los monforteños se dispusieron a pasárselo bien encendiendo una hoguera en la plaza e ingiriendo grandes cantidades de alcohol aprovechando la cercanía de la noche de San Juan.
Por supuesto, el veterinario que era el centro de todos los agradecimientos también bebió en demasía hasta el punto de sentirse muy mareado y en visible estado de embriaguez. 
Con algo de conocimiento todavía, supo que era la hora de regresar a Mogarraz. Se había hecho de noche.
El muchacho, sin luz alguna, retomó el camino de vuelta por un sendero que discurría entre bosques densos de castaños, robles y chopos. Su único compañero de viaje era la vegetación y el sonido tranquilo del agua en su discurrir río abajo.
El hombre andaba a trompicones debido a su estado etílico. A veces, escuchaba sonidos que solo procedían de su imaginación o veía como alguna rama de árbol se dirigía hacia él amenazadoramente.
El veterinario desconocía que, solo durante esa noche, existía un lugar en el río que estaba encantado. Un lugar que enamoraba a los hombres que pasaban por allí y les llevaba a la locura. 
Este remanso del río se hallaba en los límites entre La Alberca y Monforte de la Sierra.
Mientras que el hombre sorteaba el camino como podía…
…Una luz cegadora convirtió la noche en día. 
Asombrado el muchacho, se paró en seco no dando crédito a lo que estaba viendo. Pensaba que también era fruto de su estado provocado por la ingesta de alcohol.
Al hombre se le aclaró la vista por un momento. Su mirada se dirigió hacia donde se había hecho de día. Era un rincón del río Tejada.
Sentada en una roca, había una joven que desenredaba sus largos cabellos con un peine de oro. Mientras, cantaba una dulce melodía de amor. Su imagen encandiló al veterinario.
La mora encantada llevaba una hermosa túnica llena de perlas, diamantes y oro. Su tez era blanca y sus ojos irradiaban una profunda tristeza. Su sonrisa melancólica inspiraba una gran desesperación. 
Cuando la muchacha vio que se le acercaba el hombre con la mirada fija y los ojos llenos de amor, dejó de cantar para decirle:
-En las profundidades de este río vivo encantada. Tengo una cueva llena de tesoros y riquezas para ti. Si te quieres casar conmigo te haré el hombre más poderoso de la comarca y te daré todo mi amor. Serás el hombre más feliz de la tierra- dijo la mora encantada, que se había dado cuenta de que se había enamorado de él.
El veterinario, embrujado por el tono de su voz se acercó a ella. Los bellísimos ojos de Laila se entrecruzaron con los humildes ojos del hombre que se había encandilado profundamente de ella.
Y con un gesto de intenso amor, el muchacho extendió sus brazos para poder abrazarla…
Pero de pronto…
…El anillo de desposado del veterinario brilló en la oscuridad inmensa del corazón de Laila. 
Absorta, inerte, muy confundida, Laila se estremeció de dolor y rompió a llorar desconsoladamente. 
Tendida en los pies del muchach0, sus lamentos eran tan grandes que pareció que se detenía el curso del río y desaparecía el aire en los pulmones de los dos enamorados.
Plenamente consciente de los que acababa de ocurrir, el hombre escondió su mano entre su zurrón. 
Solo el silencio de aquel bosque estaba siendo roto por el llanto desgarrador de la mora encantada que sabía que no iba a volver a ver a ese hombre y que debía volver a la soledad de la gruta durante un año más.
Sin darse cuenta Laila de que poseía poderes sobrenaturales, quiso llevárselo con ella para no dejarle marchar. Lo abrazó fuertemente y lo empujó al río para que se quedara siempre con ella. 
Laila no era consciente de lo que estaba haciendo en realidad. No se daba cuenta de que su amado no podía respirar bajo el agua. Por su abrazo de infinito amor…
Semiinconsciente y viendo imágenes que ya no sabía si eran realidad o fantasía, el hombre comenzó a perder su vida. 
El agua del río se tornó violenta; un viento desolador rompió ramas y desprendió rocas hasta que las burbujas desaparecieron de la superficie del agua y todo quedó en calma de nuevo…
Cada noche de San Juan, la mora encantada vuelve a aparecer en este rincón del río peinando sus largos cabellos esperando un muchacho que sea capaz de romper el hechizo. 
Dicen que, a veces, cuando se bañan en el Charco de la Mora encantada, surgen de las profundidades burbujas que parecen traer lamentos de los dos enamorados.
Cuando paséis al lado del Charco de la Mora encantada debéis tener mucho cuidado si es noche de San Juan.
Pensemos todos, que es simplemente una
 leyenda que vive en la mente de los que queramos creer en ella. Si nadie lo hiciera, esta leyenda como muchas otras, morirían en el olvido. Cuando creemos en una leyenda, sin darnos cuenta, le estamos dando vida propia. ¡No lo olvidéis!


LEYENDA DE LA CASA DE LAS CONCHAS
Construida a finales del s XV, la Casa de las Conchas, que recibe este nombre en honor de las más de 300 que decoran su fachada, ampara hoy entre sus muros la biblioteca municipal.
Muchas otras historias han acogido sus piedras centenarias. Cuentan que el caballero Aldana desafió al hijo del rey francés en combate y le venció. El rey pidió clemencia para su hijo y Aldana le reclamó que le permitiera llevar en su escudo la flor de lis y el cetro real, que aparecen hoy finamente tallados en la piedra sobre la puerta de entrada del palacio. La leyenda termina atribuyendo a una licencia ortográfica el apellido del propietario, porque si bien el rey accedió no pudo por menos que decir “c’est mal donné” , que terminó en que Aldana cambiara su apellido por el de Maldonado.
La Casa de las Conchas se encuentra frente a la Clerecía, propiedad de los Jesuitas y en cuyos edificios está la Universidad  Pontificia. Los jesuitas quisieron demoler la famosa Casa que empequeñecía la visión de la monumental fachada de la Iglesia y para ello ofrecieron una moneda de oro por cada
concha en la fachada.
De ahí derivaría la historia que dice que debajo de cada concha hay tesoro escondido.
Durante un tiempo, la Casa fue la sede de la Maestrescolía que dirimía los asuntos relativos a los estudiantes, tanto en temas de juicios, como prisión, que se encontraba en sus sótanos, y a la que se enviaba a todos los que se vieran implicados en alguna tropelía.
Guerras de Bandos
La guerra de los Bandos asoló la ciudad en el s XV. Los contendientes pertenecían a dos bandos enfrentados, los de Santo Tomé y los de San Benito, que lideraban cada uno una familia de la nobleza. Las familias de los Maldonado, los Solís, Manzano y Monroy, deseaban para sí cada una el control y hegemonía en la ciudad. En una de las peleas, los hijos de María Rodríguez de Monroy, María “María la Brava”, que pertenecía al bando de Santo Tomé murieron a manos de los Manzano. María persiguió a los asesinos hasta Portugal, los ejecutó y decapitó y sus cabezas fueron depositados en las tumbas de sus hijos, en la Iglesia de Santo Tomé.

Detalle de la puerta de entrada       

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La casa de las conchas











LEYENDA DE LA MARQUESA DE ALMARZA
Esta historia tiene lugar en 1768 cuando la marquesa de Almarza (María Manuela de Moctezuma), es encontrada muerta. En vida, había sido una persona muy caritativa y piadosa con los más necesitados lo que había logrado que fuera mucha la gente que la quisiera y respetara. Cuando la noticia comienza a extenderse por las calles de la ciudad hace que la gente se congregue a las puertas de su palacio. Ante la gran afluencia de salmantinos que imposibilitaba el traslado del féretro hasta la cercana iglesia de San Boal, su marido decide trasladar los restos por un pasadizo secreto que conectaba su palacio con la mencionada iglesia.
Para velar el cuerpo se decide que uno de los sacristanes de la iglesia esté con ella durante la noche. En un momento dado y durante el trascurso del velatorio, dicho sacristán, repara en el anillo que la finada portaba en uno de sus dedos. Como no había testigos y ante la posibilidad de apoderarse de una pieza que una vez vendida le podía reportar un buen pellizco, el escolano decide apoderárselo. Cuando está en dicha acción y ante los movimientos que estaba realizando en la mano de la marquesa para extraer la pieza, la susodicha se incorpora para sorpresa del improvisado ladrón. Los gritos que lanza este hombre al abandonar la sala donde se encontraban, despierta a los criados del marqués, que no pueden creer lo que sus atónitos ojos observan. 
El rumor no tarda en ser conocido en toda la capital.
Como posteriormente se supo, la condesa no había vuelto a la vida después de muerta, si no que había sufrido un ataque de catalépsia que hizo parecer a todos los que la habían asistido tras dicho trance  que verdaderamente había fallecido. Esto la salvó de haber sido enterrada con vida,  en agradecimiento por dicha acción al sacristán le fue otorgada una pensión, que disfrutó el resto de sus días.
Colegios universitarios y pájaros
Concebidos al amparo de la universidad y en principio dedicados a los estudiantes pobres, pronto pasaron a exigir incluso un certificado de limpieza de sangre a sus residentes.
Muchos han desaparecido y solo queda en la ciudad la memoria de lo que significaron.
Los colegios universitarios abundaban y cada uno de ellos adoptó un uniforme distintivo. Se les asemejó a nidos en la copa del árbol universitario. Los colores de los uniformes determinaron el nombre con el que se conocía a cada grupo, los golondrinos eran los dominicos, los verderones, los de San Pelayo, las grullas los de San Bernardo, cigüeños, los mercedarios, los mostenses, palomos, o tordos, los jerónimos….


Muchos otros lugares están ligados a historias o leyendas que se pierden en el tiempo. Las “emparedadas” de la iglesia de Sancti Spiritus, el Palacio de la Salina, sede de los amores de  Juana Pimentel y el arzobispo Fonseca, las visiones de Santa Teresa en la casa de calle Bordadores y numerosos conventos, iglesias y palacios que han tejido a lo largo de los siglos la historia de la ciudad.
Los Dominicos
colegio Fonseca


Sancti Spiritus


El huerto de Calixto y Melibea
El huerto, que recrea los jardines de la época (s XVI) incluso en las plantas que en él crecen, se encuentra justo encima de la muralla, con vistas al Tormes y detrás del Patio Chico de la Catedral.
Evoca la famosa novela de Fernando de Rojas “La Celestina” y que en su día se publicó con el nombre de “Tragicomedia de Calixto y Melibea”. Se cree que este lugar puede ser el escenario real  de los amores de ambos jóvenes en los que se inspiraría Rojas para escribir su libro y que terminó de forma trágica, cuando Calixto, que subía por una cuerda al huerto de su amada Melibea, cayó desde la muralla. Ella, ante el dolor de la pérdida del amado, decidió acabar con su vida tirándose al vacío desde el mismo lugar.
Entrada al huerto de Calixto y Melibea                          
Interior del huerto



Decíamos ayer y una rana
Numerosas historias mencionan a la universidad, la más antigua de España, fundada hacia 1212. Sin duda su fachada  es el ejemplo más hermoso del Plateresco español. Está enteramente esculpida en piedra de Villamayor, una cantera cercana a la ciudad. Su color se vuelve dorado con los efectos de la luz.
Fachada de la Universidad
La maleabilidad de esta piedra permitió que pudieran esculpirse cientos de motivos. Encima de una calavera, a la derecha de la fachada, se encuentra la famosa rana. Se cuenta que el estudiante que era capaz de verla, tendría aprobados los exámenes ese año.
Muchos han intentado encontrar una explicación a semejante escultura, hay tres versiones distintas sobre ella, para unos es la firma del autor, ya que los canteros de la época firmaban sus obras por medio de símbolos o figuras, para otros, es sin embargo, como muchas de las esculturas de este tiempo un símbolo, en este caso de la lujuria y de la muerte, y una tercera vía es la que le da simplemente una significación de buena suerte, que es la que perdura en la tradición popular.
El Patio de Escuelas y la estatua de Fray Luis
Entre los muchos insignes profesores que en ella han impartido clase se dibuja la figura del poeta y humanista Fray Luis de León que en el s XVI fue doctor en Teología. Encarcelado por la Inquisición tras haber osado traducir la Biblia a lengua vulgar, cosa estrictamente prohibida, pasó cuatro años en la cárcel, tras los cuales, el día que se reincorporaba a sus clases lanzó a sus alumnos la famosa frase “Decíamos ayer…” (dicebamus  hesterna die…), como si el tiempo no hubiera transcurrido. El aula en la que impartía sus clases el maestro, con sus incómodos pupitres y su podium, pueden incluso visitarse y su recuerdo permanece extrañamente presente.
Los turistas buscando la rana
El puente y el toro
Muchas obras literarias tienen a la ciudad como fondo de las aventuras y desventuras de sus personajes, pero sin duda el clásico anónimo español “El Lazarillo de Tormes” sea una de las más conocidas.
El pequeño Lázaro y el ciego pasearon literariamente por la ciudad y hoy su recuerdo está presente en una escultura junto al hermoso puente romano que cruza el río Tormes.
Lugar de paseo de los salmantinos, el puente romano es el monumento más antiguo de la ciudad y formaba parte de la calzada romana de la Plata. Se construyó el s I, posiblemente por orden del emperador Trajano. Tiene 26 arcos, de los que solo 15 son aún romanos, pues el resto fue reconstruido por el rey Felipe IV (1677), tras la riada del día de San Policarpo de 1626 en que fue destruido. Durante muchos años fue la sola unión entre la ciudad y sus arrabales.
Antes de atravesarlo era preciso pagar un peaje. En el centro del puente se encontraba una escultura ibérica de un toro o verraco, de los que existen muchos ejemplos en la provincia, y desde 1954, se encuentra en la entrada, su emplazamiento original. El verraco aparece en el primer capítulo de la novela picaresca “El Lazarillo de Tormes”, el ciego engaña al pequeño Lázaro y le dice que si se acerca oirá gran ruido dentro de él, y cuando lo hace le da un gran golpe contra la piedra, para significarle que debe de ser más listo si quiere ser un buen lazarillo.
Toro y verraco forman parte del escudo de la ciudad.

Las Catedrales : vítores y milagros
Salamanca tiene dos catedrales unidas en el popular Patio Chico, uno de los rincones más hermosos de la ciudad.
Fachad del Patio Chico
El patio Chico, don de se juntan las dos catedrales


La Catedral Vieja es de estilo románico y se construyó en los s XII y XIII. El cimborrio o Torre del gallo, corona la catedral y sobre él hay una veleta con forma de gallo que es la que le da su popular nombre.
El altar mayor data del s XV y es considerado una de las mayores obras pictóricas con que cuenta la ciudad. Se accede a ella por la llamada Puerta del Perdón.
El terremoto de Lisboa de 1775 causó numerosos destrozos en el Claustro que tuvo que ser restaurado.
La fachada de la catedral nueva
Los exámenes de los estudiantes universitarios tenían lugar en una de las capillas de la catedral, la de Santa Bárbara. Pasaban en ella meditando toda la noche con los pies apoyados en la escultura yacente del Obispo Lucero que ocupa el centro de la estancia. Si aprobaban se organizaba una fiesta que duraba tres días y al término se hacia una corrida. Con la sangre de la res y aceite, el propio estudiante dibujaba sobre los muros de la catedral un VICTOR, una mención a su éxito en los exámenes.
Catedral nueva
El estudiante que no aprobaba salía por la llamada “puerta de carros” y era llevado al río y vilipendiado por sus compañeros, que se veían así privados de fiesta.
La Catedral Nueva se construyó junto a la vieja, ya que esta se había quedado pequeña debido al número creciente de estudiantes, entre 1513 y 1733. Es uno de los últimos ejemplos del Gótico en España. La Catedral asombra por su magnitud y sus impresionantes fachadas. Entre las leyendas que encierra entre sus muros, cuentan de una que tiene que ver con una de sus efigies más milagrosas, la del conocido Cristo de las Batallas, del que se dice que el Cid llevaba consigo, situado en la capilla que lleva su nombre. Albañil de la Catedral, Alonso Paz era un joven muy devoto de dicha imagen, sufrió un accidente al caérsele encima una piedra de la bóveda de 65 kg de peso, pasó 10 h sin recobrar el sentido, pero al despertar, estaba ileso.
Otras capillas de la catedral tienen también imágenes a las que se les atribuyen prodigios. Y una curiosidad, en la denominada Puerta de Ramos, puede observarse esculpido en la piedra un astronauta, que data de 1993, cuando los canteros que la restauraron decidieron dejar así grabado su símbolo para la posteridad.








La Plaza Mayor y la literatura
Es sin duda una de las más hermosas plazas del mundo y un ejemplo impresionante del Barroco español, obra del arquitecto  Alberto Churriguera. Tiene 88 arcos adornados con medallones que representan a algunos de los más importantes personajes de la historia de España.
La Plaza Mayor 
Sin duda el medallón que más controversia suscita entre los visitantes, es el que representa al anterior jefe del estado, Francisco Franco, y que es continuamente objeto de repulsa, por lo que no es extraño verlo cubierto de pintura, como represalia.
Utilizada incluso como coso taurino, hasta 1954 la Plaza era en su centro un jardín. Los hombres daban paseos en ella en un sentido, y las mujeres lo hacían en otro, lo que aseguraba que se encontraran de frente, así se convirtió en el más popular rincón de cita amorosa.
La Plaza mayor es  el verdadero corazón de la ciudad. En ella se encuentra el café más antiguo, el famoso Café Novelty que ya cuenta más de 100 años de historia, lugar de tertulias de todos los escritores que han vivido en ella. Torrente Ballester era tan asiduo al local, que hoy una estatua suya, a tamaño natural, se sienta en un velador como testigo mudo de las conversaciones de los salamantinos. Carmen Martín Gaite en su famosa novela “Entre visillos” nos lo deja intuir en su narración. Unamuno era otro de sus insignes clientes. Y en este local nació en 1936 Radio Nacional.

Fachada del ayuntamiento
La Plaza Mayor iluminada

Paseando con Unamuno
Unamuno fue rector de la Universidad y uno de sus más insignes vecinos. Residió en la ciudad entre 1891 y 1914 en que fue destituido como rector. Volvió en 1931 para morir allí en el 36. Junto al convento de las Ursulas, la casa que habitó se ha convertido en un museo dónde se guardan libros, muebles y objetos personales del escritor.
Tras los pasos
El paseo de Unamuno

Se cuenta la anécdota de que Unamuno, en 1936 durante un acto en la Universidad por la conmemoración del descubrimiento de América, tuvo un incidente con el General Millán Astray. Durante el discurso de éste, sus partidarios gritaban la famosa frase de “Viva la muerte!”a lo que el rector replicó con la frase de “Venceréis pero no convenceréis”  y Millán terminó con el “muera la inteligencia!”. Pocos días después fue destituido como rector y murió dos meses más tarde lleno de amargura por la situación que veía venir en España.

Recorrer ahora las mismas calles que le llevaban cada mañana hacia la Universidad, es uno de los más bellos paseos de la ciudad, y se alarga  entre la calle Libreros, pasando ante el Palacio de Monterrey, la Clerecía, la Casa de las Conchas, hasta el Patio de Escuelas. Se dice que Don Miguel, nombre con el que se le recuerda, era profundamente vasco, pero también salmantino. Su amor por la ciudad que le acogió como suyo se demuestra en muchas de sus obras. Como recuerdo  se le erigió una estatua frente a la casa museo y todos los años se conmemora el día de su fallecimiento con un acto institucional ante ella.
La Iglesia de la Clerecía