LEYENDA DE MARÍA LA BRAVA
En el S.XV Salamanca estaba dividida en
dos bandos que continuamente tenían cruentos enfrentamientos: el de San Benito,
compuesto por las familias: Acebedo, Pereira, Anaya, Figueroa, Ribas,
Fonseca, Sotomayor, Godínez, Maldonado, Hontiveros Manzano, Paz y Nieto y
el de Santo Tomé, integrado por estas otras familias: Puertocarrero,
Monroy, Valdés, Enríquez, Ovalle, Araujo, Varillas, Flores, Montesinos, Valdes,
Miranda, Tejeda, Villafuerte y Almaraz.
Los enfrentamientos de estas ilustres
familias tuvieron aterrorizada a toda la población, tanto que la Plaza del
Corrillo que separaba la zona de influencia de ambos bandos fue más conocida
como Plaza de la Yerba al no existir vecino en a ciudad que se atreviera a
transitarla por miedo a verse metido en alguna de las refriegas que en ella
solían ocurrir.
En un juego de pelota, los dos hijos de
María de Monroy, del Bando de Santo Tomé, fueron asesinados por los hermanos
Enríquez. Los asesinos, temiendo las consecuencias que pudieran acarrear para
ellos estas dos muertes huyeron de la ciudad camino de Portugal. Cuenta la
leyenda que Doña María persiguió a los asesinos hasta la ciudad de Viseu, donde
los mató y decapitó, volviendo a Salamanca con sus cabezas, para arrojarlas a
la tumba de sus hijos, en la Iglesia de Santo Tomé. Desde entonces fue conocida
como María "la Brava".
La Plaza del Corrillo
Después de este sangriento episodio,
los enfrentamientos siguieron a lo largo de 40 años. La Plaza del
Corrillo, o “corrillo de la hierba” como se conocía entonces, separaba a ambos
bandos. Tan peligroso era acercarse por el lugar, que la hierba crecía allí
porque nadie osaba pisarla.
San Juan de Sahagún pacto la paz entre los bandos en la famosa casa de la Concordia, de la que se conserva un arco con una inscripción que reza “Ira odium generat, concordia nutrit amorem”.
San Juan de Sahagún pacto la paz entre los bandos en la famosa casa de la Concordia, de la que se conserva un arco con una inscripción que reza “Ira odium generat, concordia nutrit amorem”.
Casa de María "La Brava" |
LEYENDA DE LA CUEVA DE SALAMANCA
Cervantes, con su popular entremés “La
cueva de Salamanca” dará universalidad a este lugar y a esta leyenda que
pervivía a través de los siglos. Tras la publicación, muchos viajeros se
detenían a conocer aquel lugar que en tiempos había sido refugio de magos y
quiromantes. Otros autores como Diego de Quevedo, Walter Scott, Torres
Villarroel o Pedro Antonio de Alarcón también la mencionan.
La Cueva de Salamanca se encuentra situada en la Cuesta de Carvajal muy próxima a las dos catedrales y cuenta la leyenda que en tiempos fue lugar de culto de los adoradores del sol y de rituales de magia negra. Posteriormente sirvió de refugio a los renegados de la religión. Fue cristianizada cuando encima de ella se construyó la iglesia de San Cebrián, o Cipriano, santo patrón de los magos y la cueva quedó bajo la sacristía. La reina Isabel la Católica mandó cerrar la entrada y posteriormente tras la destrucción de la iglesia en el s. XVI, 1580, terminó siendo el trastero de una carbonería. En los años 90 se realizaron numerosas excavaciones en el lugar, cuyos resultados están expuestos. Actualmente, junto a la entrada, hay un busto del insigne salmantino Enrique Torres Villarroel, escritor, matemático, médico , hombre curioso y polifacético.
La Cueva de Salamanca se encuentra situada en la Cuesta de Carvajal muy próxima a las dos catedrales y cuenta la leyenda que en tiempos fue lugar de culto de los adoradores del sol y de rituales de magia negra. Posteriormente sirvió de refugio a los renegados de la religión. Fue cristianizada cuando encima de ella se construyó la iglesia de San Cebrián, o Cipriano, santo patrón de los magos y la cueva quedó bajo la sacristía. La reina Isabel la Católica mandó cerrar la entrada y posteriormente tras la destrucción de la iglesia en el s. XVI, 1580, terminó siendo el trastero de una carbonería. En los años 90 se realizaron numerosas excavaciones en el lugar, cuyos resultados están expuestos. Actualmente, junto a la entrada, hay un busto del insigne salmantino Enrique Torres Villarroel, escritor, matemático, médico , hombre curioso y polifacético.
Según la leyenda, el demonio, para algunos
Asmodeo, celebró allí, durante 7 años, clases de nigromancia y esoterismo,
adivinación y de otras artes tenebrosas para 7 alumnos que se reunían con él, y
al término de sus estudios, en pago a sus servicios, uno de ellos, al azar,
pagaba con su libertad por todos los demás. Según otras versiones uno de los
estudiantes debía pagar las clases por todos y si materialmente no podía
hacerlo, lo hacía con su propia vida. Entre los alumnos, se cuenta que el
Marqués de Villena, personaje inspirado en Enrique de Villena, estudiante en la
universidad, fue elegido para pagar las clases y al verse en la imposibilidad
tuvo que quedarse, pero logró burlar al demonio escondiéndose en una vasija
para el vino. Cuando el demonio bajó a buscarlo pensó que se había fugado
gracias a sus artes mágicas y salió a buscarlo, dejando tras de sí la puerta
abierta, lo que le permitió salir, y pasando la noche en la sacristía, burlar a
su maestro. Según otra versión, el Marqués salió huyendo, pero el diablo acabó
agarrando su sombra, lo que le privó de ella eternamente y con ello, un hombre
sin sombra, pasó a ser para siempre sospechoso de malas artes y magia.
La fama de ciudad mágica se extendió
por el mundo y así en Latinoamérica se llaman Salamancas a todas las cuevas
dedicadas a cultos mágicos.
La cueva de Salamanca |
La cueva al atardecer |
LA CASA DE LAS MUERTES
La Casa de las muertes
La llamada Casa de las muertes es un
palacio que data del s.XVI y es de estilo Plateresco, bajo sus ventanas se
encuentran esculpidas unas calaveras, obra de Diego de Siloé y en la fachada
tiene seis medallones y el escudo de la familia Álava, para quién fue
construido.
Hay una cierta controversia entorno a la
procednecia del nombre, para algunos La Casa de las Muertes es llamada así por
las calaveras que adornan y protegen su fachada. En una ocasión en que se
reformó el edificio, las calaveras se redondearon y se convirtieron en bolas,
pero permaneció tan tétrica denominación y ello fue motivo suficiente para que
la imaginación popular inventara una leyenda que corrió durante muchos años.
Según perviven en ella historias truculentas, desde el fin trágico entre sus
muros de dos amantes, a los cadáveres encontrados entre sus cimientos. También el
nombre le venía dado porque en 1836 en la casa fue encontrada muerta una mujer
(María Lozano) sin que nadie se explicara cómo había ocurrido la desgracia .La
maldición pesaba sobre la casa y según contaba, todo aquel que viviera en ella
moriría. Esto dio lugar a que permaneciera vacía durante mucho tiempo y a que
la gente al pasar ante ella bajara misteriosamente la voz y se presignara.
Precedida de tales historias, la
casa, que fue donada a la Iglesia, pasó, tras una subasta, y ante la
ausencia de compradores, a manos públicas, aunque actualmente es de nuevo
propiedad de una familia salmantina
Actualmente las esferas se han vuelto a
esculpir como calaveras aunque de menor tamaño que las originales.
La calle en la que se ubica llevó el
nombre de Calle de las muertes hasta que pasó a llamarse Bordadores, con lo que
podría haber heredado el nombre del lugar en el que fue construida.
LEYENDA DE TENTENECIO
En tiempos esta calle llevó el nombre de
Calle de Santa Catalina y dice la
leyenda, que una de las veces en las que caminaba por esta calle San Juan de
Sahagún, se adentró por ella un toro enorme que se había escapado de un mercado
cercano y corría embistiendo todo lo que encontraba en su camino. San Juan al
ver el peligro que corría la gente que por la zona se hallaba, se plantó frente
a él y le gritó «Tente, necio» parándose el morlaco mánsamente al llegar este a
su altura. La calle lleva pues este nombre en recuerdo del prodigio del santo.
LEYENDA DEL POZO AMARILLO
En cierta ocasión, paseaba San Juan de
Sahagún por la calle hoy denominada “Pozo amarillo” cuando observó que varias
personas se arremolinaban en torno a un pozo en el que había caído un niño.
Tras varios intentos infructuosos de sacar al niño del pozo por parte de varios
de los presentes, San Juan intenta hacer llegar hasta el niño el cordón de su
hábito pero resulta demasiado corto. En ese momento, sube misteriosamente el
nivel del agua hasta poner al niño a salvo, asiéndose al cordón que San Juan le
había tendido. Hoy se recuerda con una placa en el lugar en el que se cree
ocurrió el milagro.
Milagro del Pozo amarillo |
LEYENDA DEL LUNES DE AGUAS
El Lunes de Aguas es un día muy típico en
Salamanca, en el que todo el mundo sale al campo a comer el hornazo (especie de
empanada de chorizo, lomo, huevo, jamón, etc. También típico de esta tierra). .
Esta costumbre se remonta en el tiempo al S.XVI, momento en el que Felipe II dicta unas normas por las que, durante la cuaresma y Semana Santa, las prostitutas de la ciudad, habían de abandonar Salamanca para salvaguardar la moral y las buenas costumbres cristianas.
Para cumplir con el mandato, cruzaban al otro lado del río y quedaban bajo la custodia de un clérigo, conocido popularmente como el Padre Putas, hasta el lunes siguiente al lunes de Pascua, momento en el que volvían a la ciudad atravesando de nuevo el río en barcas.
Esta costumbre se remonta en el tiempo al S.XVI, momento en el que Felipe II dicta unas normas por las que, durante la cuaresma y Semana Santa, las prostitutas de la ciudad, habían de abandonar Salamanca para salvaguardar la moral y las buenas costumbres cristianas.
Para cumplir con el mandato, cruzaban al otro lado del río y quedaban bajo la custodia de un clérigo, conocido popularmente como el Padre Putas, hasta el lunes siguiente al lunes de Pascua, momento en el que volvían a la ciudad atravesando de nuevo el río en barcas.
La vuelta era motivo de fiesta entre los
estudiantes, que se acercaban al río a recibir a las muchachas con bebida y
hornazo.
Hoy en día, como es de suponer, ya no se
echa a las prostitutas de la ciudad, pero aunque el motivo principal haya
desaparecido, los salmantinos siguen celebrando una tarde de merienda con
hornazo a orillas del Tormes.
Lla tradición de salir al campo a comer el
Hornazo en dicho lunes es conocido como “Lunes de Aguas” es el festejo más
esperado y celebrado de la capital salmantina.
Así mismo el personaje del Padre Putas
sigue existiendo hoy en día en las celebraciones de la capital y sus barrios,
al haber sido inmortalizado en uno de los cabezudos que las recorren
persiguiendo a los niños en sus fiestas
LEYENDAS DE LA NOCHE DE SAN JUAN
Cuentan las viejas reunidas al brasero una
fastuosa leyenda sobre la noche de San Juan. La leyenda cuenta que Zoraya, una
guapa mora asesinó a una hermosa cristiana que estaba cautiva en la Torre de la
puerta de Villamayor. El delito cometido fue haberse enamorado de su amo y
Señor.
Al matarla, su sufrimiento no hizo más que
empezar, pues todos los años se le aparecía en la Torre, con la cara llena de
sangre, hilando un copo de oro en una rueca que estaba repleta de piedras
preciosas.
Pasados los años, la leyenda continua y
los refranes y coplas populares, recordaban la gesta y una buena noche por el
año del Señor de 1777 un grupo de jóvenes, bailaba al amor de las hogueras que
desde hacía mucho tiempo se celebraban en Salamanca esa noche, acompañándose de
copioso vino empezaron a contar la historia, entre los presentes todos jóvenes
y vigorosos estaba D. Juan Iñigo aguerrido caballero que daga en ristre,
pregonaba que el no tenía miedo y mataría a todos los fantasmas que se le
aparecieran, apodándole desde ese día Juan
sin Miedo, bebieron y bebieron hasta embriagarse despidiéndose
envalentonados prometiendo matar a todos los fantasmas que osaran cruzarse por
allí, despidiéronse quedando emplazados para verse al día siguiente, pero el
destino llevo a D. Juan en su deambular sin rumbo, de vuelta a la puerta
morisca de la Torre, mal consejero y peor amigo Baco le anima a entrar daga en
mano a ver a la famosa mora, pero al llegar al torreón por angosta escalera y a
la pálida luz de un plateado rayo vio en el ático la instancia débilmente
iluminada, imaginarias formas y sombras que le redoblaron valor al comprobar la
inocencia del lugar por no haber nada en su interior.
De pronto, un vivo resplandor ilumina la
estancia contemplando embelesado una bellísima joven, hilando en una rueca de
nácar un copo de oro al que sujetaban argollas de piedras preciosas. Alucinado alarga su temblorosa
mano, alcanzando a rozar con los dedos el famoso Copo e inmediatamente un frió
intenso le recorre el cuerpo el vello se le eriza, los ojos se dilatan, y el
terror le invade constriñéndole la garganta hasta postrarlo de rodillas en
tierra, a gatas aterrado solo atina a salir hasta el dintel donde la escalera
se presenta tenebrosa y atrayéndole, cae por ella quedando inconsciente hasta
la mañana siguiente, donde los guardias le dan por muerto.
Asistido por el capellán recupera el
sentido y a gritos manifiesta, la ví, yo la ví, yo también la ví. Manteniendo
esta actitud durante muchos días, sin saber a ciencia cierta cómo acabó la
rocambolesca historia de la mora y Juan sin Miedo.
LA MORA ENCANTADA
Cuenta la leyenda que
en el pueblo de Mogarraz, Salamanca, existía una bella muchacha mora que todos los
días estaba obligada a recorrer un largo sendero para recoger agua de una
fuente.
Laila, que así se llamaba esta mujer mora, ayudaba con su trabajo diario a toda su familia. Todos los días recorría el camino desde su casa hasta el río varias veces cargada con un gran cántaro de barro.
Laila, que así se llamaba esta mujer mora, ayudaba con su trabajo diario a toda su familia. Todos los días recorría el camino desde su casa hasta el río varias veces cargada con un gran cántaro de barro.
Cierto día, Laila, agotada por
haber hecho el camino varias veces, se arrodilló al lado del río y rompió a llorar
desconsoladamente.
Mientras que este sollozo quebraba la
tranquilidad del bosque, un extraño hombre, escondido entre los castaños la
observaba plácidamente.
Cuando la muchacha volvió a incorporarse
para colocar el cántaro de barro en su cabeza, quién la había estado observado,
le cortó el paso en su camino de regreso a Mogarraz.
Era una figura extraña: muy alto, vestido
de negro y muy delgado. Su mirada transmitía cierta intranquilidad e
inquietud.
Sin embargo, la mora
Laila, estaba tan absorta en sus problemas que no se dio cuenta de que había
algo en este hombre que transmitía mucha maldad.
La muchacha le contó sus penas y la razón por la que lloraba. Una voz acariciante y muy masculina le ofreció acabar con todo aquello si se iba con él. A cambio, la prometía una vida eterna llena de riquezas y felicidad.
La muchacha le contó sus penas y la razón por la que lloraba. Una voz acariciante y muy masculina le ofreció acabar con todo aquello si se iba con él. A cambio, la prometía una vida eterna llena de riquezas y felicidad.
Pero Laila, muy asustada
por aquella proposición, se negó e intentó retomar el camino de regreso a Mogarraz.
El hombre, que no era más que un hechicero malvado, al sentirse despreciado, montó en cólera y su voz
masculina se transformó en un grito sobrenatural que encantó a la mora Laila y la condenó a vivir en lo
profundo del río para toda la eternidad.
La muchacha, aterrorizada por lo que
acababa de escuchar, dejó caer su cántaro e intentó huir. Sin embargo unas
garras enormes de varios gavilanes agarraron sus ropas y la sumergieron en las
frías aguas del río Tejada.
La joven mujer se dio cuenta de que su
cuerpo se paralizaba mientras iba descendiendo lentamente hacia la profundidad.
Se balanceaba con un suave vaivén que marcaba la corriente. Vio, asombrada, que
podía respirar bajo el agua.
El hechicero, entonces le
habló:
-Te quedarás dormida profundamente en la cueva hasta las horas previas de la noche de San Juan. Entonces, te permitiré que te despiertes y puedas
salir al camino en busca de un hombre que te quiera desposar. A cambio, podrás llevarte para él todas las
riquezas que hay en la gruta y yo romperé tu hechizo. Podrás concederle todo tu amor y colmarle de
felicidad. ¡Pero te lo advierto!- dijo el hombre de negro mirándola a los ojos
muy fijamente- si ningún muchacho quiere casarse contigo volverás durante un
año más a la profundidad de este río.
Cuentan que en la villa serrana de Mogarraz vivía un hombre muy trabajador, gentil, bello y joven. Era
muy amante de los animales y su tiempo lo pasaba ayudando a los campesinos y
granjeros.
Era un veterinario muy apreciado y querido, no solo por el pueblo, si no por toda la contornada. Había salvado a multitud de animales de una muerte segura.
Era un veterinario muy apreciado y querido, no solo por el pueblo, si no por toda la contornada. Había salvado a multitud de animales de una muerte segura.
Discurría la vida tranquila en este pueblo
donde el trabajo ocupaba la mayor parte del día a todos sus habitantes.
En una ocasión, un campesino de Monforte
de la Sierra que estaba muy asustado por
la extraña enfermedad que tenía su única mula, decidió aventurarse a pedir
ayuda al veterinario de Mogarraz.
La mula llevaba varios días postrada en la
paja y se negaba a comer y beber. El veterinario mogarreño acompañó al campesino a Monforte de la Sierra y
tras unos días de tratamiento, la mula se curó de este raro mal.
Muy contentos y aliviados los campesinos y granjeros de Monforte, decidieron hacer una fiesta de agradecimiento al veterinario.
Muy contentos y aliviados los campesinos y granjeros de Monforte, decidieron hacer una fiesta de agradecimiento al veterinario.
Los monforteños se dispusieron a pasárselo
bien encendiendo una hoguera en la plaza e ingiriendo grandes cantidades de alcohol aprovechando la cercanía de la noche de San Juan.
Por supuesto, el veterinario que era el centro de todos los agradecimientos también
bebió en demasía hasta el punto de sentirse muy mareado y en visible estado de
embriaguez.
Con algo de conocimiento todavía, supo que
era la hora de regresar a Mogarraz. Se había hecho de noche.
El muchacho, sin luz alguna, retomó el
camino de vuelta por un sendero que discurría entre bosques densos de castaños,
robles y chopos. Su único compañero de viaje era la vegetación y el sonido
tranquilo del agua en su discurrir río abajo.
El hombre andaba a trompicones debido a su
estado etílico. A veces, escuchaba sonidos que solo procedían de su imaginación
o veía como alguna rama de árbol se dirigía hacia él amenazadoramente.
El veterinario desconocía que, solo durante esa noche, existía un lugar en
el río que estaba encantado. Un lugar que enamoraba a los
hombres que pasaban por allí y les llevaba a la locura.
Este remanso del río se hallaba en los
límites entre La Alberca y Monforte de la Sierra.
Mientras que el hombre sorteaba el camino
como podía…
…Una luz cegadora convirtió la noche en
día.
Asombrado el muchacho, se paró en seco no
dando crédito a lo que estaba viendo. Pensaba que también era fruto de su
estado provocado por la ingesta de alcohol.
Al hombre se le aclaró la vista por un
momento. Su mirada se dirigió hacia donde se había hecho de día. Era un rincón
del río Tejada.
Sentada en una roca, había una joven que desenredaba sus largos cabellos con un peine de oro. Mientras, cantaba una dulce melodía de amor. Su imagen encandiló al veterinario.
Sentada en una roca, había una joven que desenredaba sus largos cabellos con un peine de oro. Mientras, cantaba una dulce melodía de amor. Su imagen encandiló al veterinario.
La mora encantada llevaba una hermosa túnica llena de perlas, diamantes y oro.
Su tez era blanca y sus ojos irradiaban una profunda tristeza. Su sonrisa
melancólica inspiraba una gran desesperación.
Cuando la muchacha vio que se le acercaba
el hombre con la mirada fija y los ojos llenos de amor, dejó de cantar para
decirle:
-En las profundidades de este río vivo encantada.
Tengo una cueva llena de tesoros y riquezas para ti. Si te quieres casar
conmigo te haré el hombre más poderoso de la comarca y te daré todo mi amor.
Serás el hombre más feliz de la tierra- dijo la mora encantada, que se había dado cuenta de que se había enamorado de él.
El veterinario, embrujado
por el tono de su voz se acercó a ella. Los bellísimos ojos de Laila se
entrecruzaron con los humildes ojos del hombre que se había encandilado
profundamente de ella.
Y con un gesto de intenso amor,
el muchacho extendió sus brazos para poder abrazarla…
Pero de pronto…
…El anillo de desposado del veterinario brilló en la oscuridad inmensa del corazón de Laila.
Absorta, inerte, muy confundida, Laila se estremeció de dolor y rompió a llorar
desconsoladamente.
Tendida en los pies del muchach0, sus
lamentos eran tan grandes que pareció que se detenía el curso del río y desaparecía el aire en los pulmones de los dos enamorados.
Plenamente consciente de los que acababa
de ocurrir, el hombre escondió su mano entre su zurrón.
Solo el silencio de aquel bosque estaba
siendo roto por el llanto desgarrador de la mora encantada que sabía que no iba a volver a ver a ese hombre y que
debía volver a la soledad de la gruta durante un año más.
Sin darse cuenta Laila de que poseía poderes
sobrenaturales, quiso llevárselo con ella para no dejarle marchar. Lo abrazó
fuertemente y lo empujó al río para que se quedara siempre con ella.
Laila no era consciente de
lo que estaba haciendo en realidad. No se daba cuenta de que su amado no podía
respirar bajo el agua. Por su abrazo de infinito amor…
Semiinconsciente y viendo imágenes que ya
no sabía si eran realidad o fantasía, el hombre comenzó a perder su vida.
El agua del río se tornó violenta; un viento desolador rompió ramas y
desprendió rocas hasta que las burbujas desaparecieron de la superficie del
agua y todo quedó en calma de nuevo…
Cada noche de San Juan, la mora encantada vuelve
a aparecer en este rincón del río peinando sus largos cabellos esperando un muchacho que sea
capaz de romper el hechizo.
Dicen que, a veces, cuando se bañan en el Charco
de la Mora encantada, surgen de las
profundidades burbujas que parecen traer lamentos de los dos enamorados.
Cuando paséis al lado del Charco
de la Mora encantada debéis tener mucho
cuidado si es noche de San Juan.
Pensemos todos, que es simplemente una leyenda que vive en la mente de los que queramos creer en ella. Si nadie lo hiciera, esta leyenda como muchas otras, morirían en el olvido. Cuando creemos en una leyenda, sin darnos cuenta, le estamos dando vida propia. ¡No lo olvidéis!
Pensemos todos, que es simplemente una leyenda que vive en la mente de los que queramos creer en ella. Si nadie lo hiciera, esta leyenda como muchas otras, morirían en el olvido. Cuando creemos en una leyenda, sin darnos cuenta, le estamos dando vida propia. ¡No lo olvidéis!
LEYENDA DE LA CASA DE LAS CONCHAS
Construida a finales del s XV, la Casa de
las Conchas, que recibe este nombre en honor de las más de 300 que decoran su
fachada, ampara hoy entre sus muros la biblioteca municipal.
Muchas otras historias han acogido sus
piedras centenarias. Cuentan que el caballero Aldana desafió al hijo del rey
francés en combate y le venció. El rey pidió clemencia para su hijo y Aldana le
reclamó que le permitiera llevar en su escudo la flor de lis y el cetro real,
que aparecen hoy finamente tallados en la piedra sobre la puerta de entrada del
palacio. La leyenda termina atribuyendo a una licencia ortográfica el apellido
del propietario, porque si bien el rey accedió no pudo por menos que decir “c’est
mal donné” , que terminó en que Aldana cambiara su apellido por el de
Maldonado.
La Casa de las Conchas se encuentra frente
a la Clerecía, propiedad de los Jesuitas y en cuyos edificios está la
Universidad Pontificia. Los jesuitas quisieron demoler la famosa Casa que
empequeñecía la visión de la monumental fachada de la Iglesia y para ello
ofrecieron una moneda de oro por cada
concha en la fachada.
De ahí derivaría la historia que dice que debajo de cada concha hay tesoro escondido.
De ahí derivaría la historia que dice que debajo de cada concha hay tesoro escondido.
Durante un tiempo, la Casa fue la sede de
la Maestrescolía que dirimía los asuntos relativos a los estudiantes, tanto en
temas de juicios, como prisión, que se encontraba en sus sótanos, y a la que se
enviaba a todos los que se vieran implicados en alguna tropelía.
Guerras de Bandos
La guerra de los Bandos asoló la ciudad en
el s XV. Los contendientes pertenecían a dos bandos enfrentados, los de Santo
Tomé y los de San Benito, que lideraban cada uno una familia de la nobleza. Las
familias de los Maldonado, los Solís, Manzano y Monroy, deseaban para sí cada
una el control y hegemonía en la ciudad. En una de las peleas, los hijos de
María Rodríguez de Monroy, María “María la Brava”, que pertenecía al bando de
Santo Tomé murieron a manos de los Manzano. María persiguió a los asesinos
hasta Portugal, los ejecutó y decapitó y sus cabezas fueron depositados en las tumbas
de sus hijos, en la Iglesia de Santo Tomé.
Detalle de la puerta de entrada |
.
Esta historia tiene lugar en 1768 cuando
la marquesa de Almarza (María Manuela de Moctezuma), es encontrada muerta. En
vida, había sido una persona muy caritativa y piadosa con los más necesitados
lo que había logrado que fuera mucha la gente que la quisiera y respetara.
Cuando la noticia comienza a extenderse por las calles de la ciudad hace que la
gente se congregue a las puertas de su palacio. Ante la gran afluencia de
salmantinos que imposibilitaba el traslado del féretro hasta la cercana iglesia
de San Boal, su marido decide trasladar los restos por un pasadizo secreto que
conectaba su palacio con la mencionada iglesia.
Para velar el cuerpo se decide que uno de
los sacristanes de la iglesia esté con ella durante la noche. En un momento
dado y durante el trascurso del velatorio, dicho sacristán, repara en el anillo
que la finada portaba en uno de sus dedos. Como no había testigos y ante la
posibilidad de apoderarse de una pieza que una vez vendida le podía reportar un
buen pellizco, el escolano decide apoderárselo. Cuando está en dicha acción y
ante los movimientos que estaba realizando en la mano de la marquesa para
extraer la pieza, la susodicha se incorpora para sorpresa del improvisado
ladrón. Los gritos que lanza este hombre al abandonar la sala donde se
encontraban, despierta a los criados del marqués, que no pueden creer lo que
sus atónitos ojos observan.
El rumor no tarda en ser conocido en toda
la capital.
Como posteriormente se supo, la condesa no
había vuelto a la vida después de muerta, si no que había sufrido un ataque de
catalépsia que hizo parecer a todos los que la habían asistido tras dicho
trance que verdaderamente había fallecido. Esto la salvó de haber sido
enterrada con vida, en agradecimiento por dicha acción al sacristán le
fue otorgada una pensión, que disfrutó el resto de sus días.
Colegios universitarios y pájaros
Concebidos al amparo de la universidad y
en principio dedicados a los estudiantes pobres, pronto pasaron a exigir
incluso un certificado de limpieza de sangre a sus residentes.
Muchos han desaparecido y solo queda en la
ciudad la memoria de lo que significaron.
Los colegios universitarios abundaban y
cada uno de ellos adoptó un uniforme distintivo. Se les asemejó a nidos en la
copa del árbol universitario. Los colores de los uniformes determinaron el nombre
con el que se conocía a cada grupo, los golondrinos eran los dominicos, los
verderones, los de San Pelayo, las grullas los de San Bernardo, cigüeños, los
mercedarios, los mostenses, palomos, o tordos, los jerónimos….
Muchos otros lugares están ligados a
historias o leyendas que se pierden en el tiempo. Las “emparedadas” de la iglesia de Sancti
Spiritus, el Palacio de la Salina,
sede de los amores de Juana
Pimentel y el arzobispo Fonseca, las visiones
de Santa Teresa en la casa de calle
Bordadores y numerosos conventos, iglesias y palacios que han tejido a lo
largo de los siglos la historia de la ciudad.
Los Dominicos |
colegio Fonseca |
El huerto, que recrea los jardines de la
época (s XVI) incluso en las plantas que en él crecen, se encuentra justo
encima de la muralla, con vistas al Tormes y detrás del Patio Chico de la
Catedral.
Evoca la famosa novela de Fernando de
Rojas “La Celestina” y que en su día se publicó con el nombre de “Tragicomedia
de Calixto y Melibea”. Se cree que este lugar puede ser el escenario real
de los amores de ambos jóvenes en los que se inspiraría Rojas para escribir su
libro y que terminó de forma trágica, cuando Calixto, que subía por una cuerda
al huerto de su amada Melibea, cayó desde la muralla. Ella, ante el dolor de la
pérdida del amado, decidió acabar con su vida tirándose al vacío desde el mismo
lugar.
Entrada al huerto de Calixto y Melibea |
Interior del huerto |
Decíamos ayer y una rana
Numerosas historias mencionan a la
universidad, la más antigua de España, fundada hacia 1212. Sin duda su
fachada es el ejemplo más hermoso del Plateresco español. Está enteramente
esculpida en piedra de Villamayor, una cantera cercana a la ciudad. Su color se
vuelve dorado con los efectos de la luz.
Fachada de la Universidad
|
Muchos han intentado encontrar una
explicación a semejante escultura, hay tres versiones distintas sobre ella,
para unos es la firma del autor, ya que los canteros de la época firmaban sus
obras por medio de símbolos o figuras, para otros, es sin embargo, como muchas
de las esculturas de este tiempo un símbolo, en este caso de la lujuria y de la
muerte, y una tercera vía es la que le da simplemente una significación de
buena suerte, que es la que perdura en la tradición popular.
El Patio de Escuelas y la estatua de Fray
Luis
|
Muchas obras literarias tienen a la ciudad
como fondo de las aventuras y desventuras de sus personajes, pero sin duda el
clásico anónimo español “El Lazarillo de Tormes” sea una de las más conocidas.
El pequeño Lázaro y el ciego pasearon
literariamente por la ciudad y hoy su recuerdo está presente en una escultura
junto al hermoso puente romano que cruza el río Tormes.
Lugar de paseo de los salmantinos, el
puente romano es el monumento más antiguo de la ciudad y formaba parte de la
calzada romana de la Plata. Se construyó el s I, posiblemente por orden del
emperador Trajano. Tiene 26 arcos, de los que solo 15 son aún romanos, pues el
resto fue reconstruido por el rey Felipe IV (1677), tras la riada del día de
San Policarpo de 1626 en que fue destruido. Durante muchos años fue la sola
unión entre la ciudad y sus arrabales.
Antes de atravesarlo era preciso pagar un
peaje. En el centro del puente se encontraba una escultura ibérica de un toro o
verraco, de los que existen muchos ejemplos en la provincia, y desde 1954, se
encuentra en la entrada, su emplazamiento original. El verraco aparece en el
primer capítulo de la novela picaresca “El Lazarillo de Tormes”, el ciego
engaña al pequeño Lázaro y le dice que si se acerca oirá gran ruido dentro de
él, y cuando lo hace le da un gran golpe contra la piedra, para significarle
que debe de ser más listo si quiere ser un buen lazarillo.
Toro y verraco forman parte del escudo de
la ciudad.
Las Catedrales : vítores y milagros
Salamanca tiene dos catedrales unidas en
el popular Patio Chico, uno de los rincones más hermosos de la ciudad.
Fachad del Patio Chico |
El patio Chico, don de se juntan las dos catedrales |
La Catedral Vieja es de estilo románico y se construyó en los s XII y XIII. El cimborrio o Torre del gallo, corona la catedral y sobre él hay una veleta con forma de gallo que es la que le da su popular nombre.
El altar mayor data del s XV y es
considerado una de las mayores obras pictóricas con que cuenta la ciudad. Se
accede a ella por la llamada Puerta del Perdón.
El terremoto de Lisboa de 1775 causó
numerosos destrozos en el Claustro que tuvo que ser restaurado.
La fachada de la catedral nueva
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Catedral nueva
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La Catedral Nueva se construyó junto a la
vieja, ya que esta se había quedado pequeña debido al número creciente de
estudiantes, entre 1513 y 1733. Es uno de los últimos ejemplos del Gótico en
España. La Catedral asombra por su magnitud y sus impresionantes fachadas.
Entre las leyendas que encierra entre sus muros, cuentan de una que tiene que
ver con una de sus efigies más milagrosas, la del conocido Cristo de las
Batallas, del que se dice que el Cid llevaba consigo, situado en la capilla que
lleva su nombre. Albañil de la Catedral, Alonso Paz era un joven muy devoto de
dicha imagen, sufrió un accidente al caérsele encima una piedra de la bóveda de
65 kg de peso, pasó 10 h sin recobrar el sentido, pero al despertar, estaba
ileso.
Otras capillas de la catedral tienen
también imágenes a las que se les atribuyen prodigios. Y una curiosidad, en la
denominada Puerta de Ramos, puede observarse esculpido en la piedra un
astronauta, que data de 1993, cuando los canteros que la restauraron decidieron
dejar así grabado su símbolo para la posteridad.
La Plaza Mayor y la literatura
Es sin duda una de las más hermosas plazas
del mundo y un ejemplo impresionante del Barroco español, obra del
arquitecto Alberto Churriguera. Tiene 88 arcos adornados con medallones
que representan a algunos de los más importantes personajes de la historia de
España.
La Plaza Mayor |
Utilizada incluso como coso taurino, hasta
1954 la Plaza era en su centro un jardín. Los hombres daban paseos en ella en
un sentido, y las mujeres lo hacían en otro, lo que aseguraba que se encontraran
de frente, así se convirtió en el más popular rincón de cita amorosa.
La Plaza mayor es el verdadero
corazón de la ciudad. En ella se encuentra el café más antiguo, el famoso Café
Novelty que ya cuenta más de 100 años de historia, lugar de tertulias de todos
los escritores que han vivido en ella. Torrente Ballester era tan asiduo al
local, que hoy una estatua suya, a tamaño natural, se sienta en un velador como
testigo mudo de las conversaciones de los salamantinos. Carmen Martín Gaite en
su famosa novela “Entre visillos” nos lo deja intuir en su narración. Unamuno
era otro de sus insignes clientes. Y en este local nació en 1936 Radio
Nacional.
Fachada del ayuntamiento |
La Plaza Mayor iluminada |
Paseando con Unamuno
Unamuno fue rector de la Universidad y uno
de sus más insignes vecinos. Residió en la ciudad entre 1891 y 1914 en que fue
destituido como rector. Volvió en 1931 para morir allí en el 36. Junto al
convento de las Ursulas, la casa que habitó se ha convertido en un museo dónde
se guardan libros, muebles y objetos personales del escritor.
Se cuenta la anécdota de que Unamuno, en 1936 durante un acto en la Universidad por la conmemoración del descubrimiento de América, tuvo un incidente con el General Millán Astray. Durante el discurso de éste, sus partidarios gritaban la famosa frase de “Viva la muerte!”a lo que el rector replicó con la frase de “Venceréis pero no convenceréis” y Millán terminó con el “muera la inteligencia!”. Pocos días después fue destituido como rector y murió dos meses más tarde lleno de amargura por la situación que veía venir en España.
Recorrer ahora las mismas calles que le
llevaban cada mañana hacia la Universidad, es uno de los más bellos paseos de
la ciudad, y se alarga entre la calle Libreros, pasando ante el Palacio
de Monterrey, la Clerecía, la Casa de las Conchas, hasta el Patio de Escuelas.
Se dice que Don Miguel, nombre con el que se le recuerda, era profundamente
vasco, pero también salmantino. Su amor por la ciudad que le acogió como suyo
se demuestra en muchas de sus obras. Como recuerdo se le erigió una
estatua frente a la casa museo y todos los años se conmemora el día de su
fallecimiento con un acto institucional ante ella.
La Iglesia de la Clerecía
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