martes, 11 de marzo de 2008

Carta de un suicida


Tuve la desgracia de casarme con una viuda, que tenía una hija (de haberlo sabido, nunca lo hubiera hecho). Mi padre, que para mayor desgracia era viudo, se enamoró y se casó con la hija de mi mujer, de manera que mi mujer era suegra de su suegro, mi hijastra se convirtió en mi madre y mi padre al mismo tiempo era mi yerno.

Al poco tiempo mi madrastra trajo al mundo un varón, que era mi hermano, pero era nieto de mi mujer de manera que yo era abuelo de mi hermano.
Con el correr del tiempo mi mujer trajo al mundo un varón que, como era hermano de mi madre, era cuñado de mi padre y tío de sus hijos. Mi mujer era suegra de su hija; yo, en cambio, soy padre de mi madre y mi padre y su mujer son mis hijos; además, yo soy, ahora, mi propio abuelo.
Hasta tal punto llega mi confusión que en estos mismos momentos, en los que me quiero quitar la vida, no sé si me voy a suicidar o voy a cometer un asesinato.

Por eso, Sr. Juez, me despido de este mundo, porque no sé quien soy.
El cadáver

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